14 minuto(s) de lectura

Vivo en Tailandia desde hace algunos años, estoy casado con una mujer tailandesa y formamos parte de una comunidad familiar y unida. Mi relación con mi esposa es una historia que me gusta compartir para contextualizar mis reflexiones: nos conocimos en Australia, donde ambos vivíamos en ese momento, y tenemos exactamente la misma edad. Nunca había estado en Tailandia ni conocía su cultura hasta que comencé mi relación con ella. Somos una pareja normal, como cualquier otra, con los mismos altibajos, sueños y proyectos que cualquier matrimonio. Sin embargo, al mudarnos a Tailandia y sumergirme en su cultura, he observado de cerca las dinámicas sociales que rodean las relaciones entre mujeres tailandesas y hombres occidentales, conocidos localmente como farang.

Recientemente, me he encontrado con debates online en ámbitos occidentales y documentales que abordan estas relaciones, a menudo desde una perspectiva crítica que las asocia con problemas graves como el abuso infantil o el turismo sexual. Si bien estos problemas son reales y no deben ser ignorados, mi experiencia me ha llevado a reflexionar sobre cómo las percepciones extranjeras a veces se basan en estereotipos que no reflejan completamente la realidad. En este artículo, quiero compartir mis conclusiones, sin restar importancia a la necesidad de combatir el abuso infantil, un tema que merece toda nuestra atención y acción.

1. Las Mujeres Tailandesas Parecen Más Jóvenes: Un Malentendido Cultural

Una de las primeras cosas que noté al llegar a Tailandia es que las mujeres tailandesas, y en general las mujeres del sudeste asiático, suelen parecer más jóvenes de lo que son. Esto se debe a factores genéticos, como su piel más resistente al envejecimiento, y a prácticas culturales que priorizan el cuidado de la piel y la protección solar. Además, su estatura más pequeña y complexión menuda contribuyen a esta percepción. En Tailandia, es común que una mujer de 40 años sea confundida con alguien de 25 por un ojo extranjero.

Esta diferencia física tiene un impacto directo en cómo se perciben las relaciones entre mujeres tailandesas y hombres occidentales. Incluso en relaciones donde la diferencia de edad es mínima o inexistente, un extranjero podría asumir que la mujer es mucho más joven que su pareja, lo que a menudo lleva a juicios rápidos. He conocido parejas donde ambos tienen edades similares, pero la apariencia juvenil de la mujer tailandesa hace que los demás piensen que hay una gran brecha de edad. Esto alimenta estereotipos sobre relaciones desiguales o explotadoras, incluso cuando no es el caso.

2. Relaciones “Sugar Daddy”: Aceptación Local vs. Críticas Extranjeras

En mi comunidad, he observado que las relaciones de tipo “sugar daddy” —donde un hombre mayor y con recursos económicos apoya a una mujer más joven— son relativamente comunes y aceptadas cuando ambas partes son tailandesas. Aquí se conocen como siay lieng (el hombre rico que “mantiene”) y dek siay (la mujer que recibe el apoyo). Estas relaciones suelen ser vistas como pragmáticas, especialmente en un contexto donde las disparidades económicas son una realidad para muchas familias. Conozco a un par de mujeres en mi entorno que mantienen este tipo de relación con hombres tailandeses y están felices, ya que ambas partes encuentran beneficios mutuos: estabilidad económica para ellas y compañía para ellos.

Sin embargo, he notado un doble estándar cuando un farang está involucrado. Aunque la dinámica puede ser idéntica a la de una relación local, los extranjeros tienden a juzgar estas relaciones con más dureza. Desde el ojo extranjero, a menudo se asume que el hombre occidental está explotando a la mujer tailandesa, o que ella está con él solo por dinero, sin considerar que estas relaciones son culturalmente aceptadas en Tailandia cuando se manejan con discreción y respeto. La visibilidad de un farang en la relación, combinada con los estereotipos históricos sobre el turismo sexual en Tailandia, hace que estas parejas sean más propensas a ser señaladas. En mi caso, al ser un farang casado con una tailandesa de mi misma edad, a veces he sentido miradas o comentarios que no reflejan la realidad de nuestra relación, simplemente por el hecho de ser extranjero.

3. El Problema del Abuso Infantil: Una Realidad que No Debemos Ignorar

No quiero que mi análisis de estas dinámicas culturales reste importancia a un problema muy serio: el abuso infantil. Tailandia ha enfrentado durante décadas problemas relacionados con la explotación de menores, a menudo vinculados al turismo sexual y la trata de personas. Aunque no he presenciado estos problemas directamente en mi comunidad, estoy al tanto de que existen, especialmente en áreas turísticas como Pattaya o Phuket, y entre poblaciones vulnerables.

He leído sobre documentales, como uno de DW que se centra en un caso específico de abuso infantil relacionado con el turismo sexual, y reconozco que estos casos son reales y devastadores. Sin embargo, también he visto un esfuerzo significativo por parte del gobierno tailandés y organizaciones como UNICEF para combatir este problema. Por ejemplo, se han incrementado las penas contra los responsables de explotación infantil, se han implementado campañas de concienciación en escuelas y se está trabajando en la protección de niños migrantes. Desde mi perspectiva, no parece haber un problema generalizado en la Tailandia actual, pero cada caso de abuso es uno de más, y debemos seguir apoyando las iniciativas para erradicarlo.

4. Mi Experiencia Personal: Una Perspectiva para Romper Estereotipos

Como mencioné al principio, mi relación con mi esposa no encaja en los estereotipos que a menudo se asocian con las parejas farang-tailandesas. Nos conocimos en Australia, tenemos la misma edad y nuestra relación comenzó como cualquier otra, sin que Tailandia estuviera siquiera en el panorama hasta más tarde. Fue a través de mi esposa que conocí este país, donde ahora vivimos en una comunidad familiar con amistades sólidas, tanto tailandesas como extranjeras. A pesar de esto, he sentido en carne propia cómo los estereotipos pueden afectar la percepción de nuestras relaciones. A veces, he notado miradas o comentarios que asumen cosas sobre nuestra relación que no son ciertas, simplemente porque soy un farang.

Las mujeres tailandesas que eligen relaciones con farang, ya sean de tipo “sugar daddy” o no, suelen hacerlo con plena conciencia de lo que buscan: estabilidad, compañía o una vida mejor. Vaya, como cualquier pareja en el mundo. En muchos casos, estas relaciones no son tan diferentes de las que tienen con hombres tailandeses, pero el estigma asociado con el turismo sexual y las diferencias raciales las hace más visibles y juzgadas. Creo que es importante que los extranjeros que visitan o viven en Tailandia se tomen el tiempo de entender estas dinámicas culturales antes de emitir juicios.

Desde mi experiencia en Tailandia, he aprendido que las relaciones entre mujeres tailandesas y hombres occidentales son mucho más complejas de lo que los estereotipos sugieren. La apariencia juvenil de las mujeres tailandesas y la aceptación cultural de relaciones pragmáticas como las de “sugar daddy” son factores que los extranjeros a menudo malinterpretan, lo que lleva a juicios rápidos y a veces injustos. Mi propia relación con mi esposa —una pareja de la misma edad que se conoció fuera de Tailandia— es un ejemplo de cómo estas uniones pueden ser tan normales y auténticas como cualquier otra.

Al mismo tiempo, no debemos cerrar los ojos ante problemas serios como el abuso infantil, que sigue siendo una realidad en ciertas áreas y requiere un esfuerzo continuo para su erradicación. Mi esperanza es que al compartir estas reflexiones, podamos fomentar una visión más equilibrada y respetuosa de las relaciones interculturales en Tailandia. Invito a mis lectores a mirar más allá de los estereotipos, a comprender el contexto cultural y a apoyar los esfuerzos para proteger a los más vulnerables, mientras celebramos las conexiones humanas que trascienden fronteras.